viernes, 27 de abril de 2007

JOSÉ WATANABE (1946-2007)


JOSÉ WATANABE
(Trujillo, 1946 - Lima, 2007)

–¿Tu generación tenía grandes utopías? ¿Estas han muerto para los jóvenes poetas?

En mi generación éramos utópicos, creíamos en un cambio social del mundo. Queríamos la gloria, pero no para nosotros. Ahora veo que los jóvenes han vuelto a un individualismo furioso. Ellos no creen en las grandes utopías, sino buscan el nombre, subirse al pedestal, mientras más brille y más temprano suene, mejor. Ese vicio no debe aprenderse tan temprano. Buscar la fama los puede llevar a escribir cualquier cosa para alimentar ese vicio. Hay que ser más honesto con nuestro trabajo.


Citado de la entrevista realizada por Pedro Escribano “José Watanabe: El libro que se viene”. Diario La República, 28 – 11- 2004.

EL GUARDIÁN DEL HIELO

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.

Oh cuidar lo fugaz bajo el sol…

El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil.
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas pura
como de montaña o planeta
que se devasta.

No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
yo soy el guardián del hielo.

(Del poemario El guardián del hielo (2000))

1 comentario:

alberto zelada garcía dijo...

me sumo a este homenaje con un texto de un tmabien laredino el sr. gerosn ramirez alva, escritor y amigo (laredino57@hotmail.com)



HABITÓ ENTRE NOSOTROS


A José Watanabe


Esta mañana de abril
en los arenales de Conache
los cañanes demudan lentamente su pereza
bajo el sol naciente. El poeta de la escuela Chopitea
hoy no vendrá.

Han ido al río a buscarlo. Allá suele retirarse
cuando talla su madera. Sus pies, más cristalinos
que nunca, tiemblan sobre el agua turbia
cuando la lechuza canta para él entre los sauces.

Pero el guardián del hielo debe estar aquí. El cielo de Lima
es acero en sus pulmones. En cambio, Wichanzao
y los cañales son madre y Prometeo
alba del alba y memoria en la memoria.

Y si alguien pregunta por él
digan, pues, que está en Laredo. Con un álbum de familia
entre las manos se ha sentado sobre una piedra alada
en la ribera del tiempo.

GERSON RAMÍREZ

 
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